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El reino de los mil escalones
Parte 3

El reino de los mil escalones
Texto:
Manuel Ferrero
Ilustraciones:
Laura Bécares
Actividades:
J. Martín Betanzos

Cierto día, el gigante le pidió al rey, una tortilla de patatas de mil huevos. El asustado rey explicó al malvado que no había sartén gigante con la que poder freírla, y que darle vuelta sería imposible. El gigante agitó las manos al cielo y secuestró a la princesa. (Si en tres meses no tenía su tortilla, la mataría.)
Los buenos aldeanos lo intentaron. El herrero en veinte días de trabajo hizo la sartén con ayuda de cien hombres más, pero los cocineros eran incapaces de darle la vuelta a la tortilla. Y si lo lograban se les caía rota en mil pedazos al suelo. Con lo que costaba reunir mil huevos.


Por esos días Agustina descubrió que en el reino había más paralíticos cerebrales.
Al igual que ella, casi no habían salido de casa porque no tenían silla.
El carpintero fabricó 2 sillas más. Al igual que Agustina, estos amigos tenían problemas para hablar, comer y moverse. Las familias de los tres, se juntaron y fueron a ver al rey. Querían que en el reino se suprimieran los bordillos, las puertas estrechas y las mesas altas. El rey consternado por la posible muerte de su hija, no les atendió bien e incluso comentó:
-¿Sabéis lo que costaría eso, sólo para tres personas?






Nadie en la sala lo entendió, salvo sus familiares y sus dos nuevos amigos. Como no estaban en la corte acostumbrados a escuchar despacio y a mirar a los ojos, no entendieron.





Años después, teniendo nuestra aventurera treinta, convenció a sus amigos y vecinos cercanos para que se asociaran; entre todos prepararían la batalla con el gigante.
En su ejército sólo habría tres personas. Ellos debían demostrar por sí solos la realidad de la frase:

-¡Déjennos probar de una vez!


Debemos rechazar eso del "Pobrecita, ya te lo hago yo" ¿Qué debemos hacer, entonces? La Federación ASPACE Castellano Leonesa, con el apoyo de trabajadores, usuarios, y familiares de las personas afectadas por Parálisis Cerebral, propone una serie de consejos prácticos para relacionarse con estas personas:

  • Pregúntale directamente como quiere ser ayudado.
  • Háblale de frente, camina a su lado y a su paso.
  • Atiende a su forma de comunicarse.
  • Escucha, dale tiempo. Si no entiendes, pregunta.
  • Dirígete a la persona afectada, no a su acompañante.
  • Déjale tomar sus propias decisiones.
  • No te sientas mal si rechaza tu apoyo. Déjaselo hacer.
  • ¿Has pensado “qué puede hacer esta persona por mi”?.
  • No le crees falsas expectativas.


  • Toda la aldea se conmovió con el anuncio de Agustina. El carpintero y el herrero, siguiendo las ideas de la capitana, mejoraron las sillas. (Con motor de vapor y una palanca para conducir). Inventos locos y geniales. Luego llegaron las ideas de crear comunicadores con imágenes. En la alforja trasera del zurrón, todos llevarían un folleto con dibujos, así sería más rápido comunicarse. Se señala lo que se quiere decir y ya está.

    Luego llegaron las ideas de crear comunicadores con imágenes.
    Un comunicador, tablero o panel de comunicación o sistema de comunicación -también escucharéis SAAC (sistema aumentativo/alternativo de comunicación)- es un tablero, papel o dispositivo electrónico que usan las personas que tienen problemas para comunicarse como las que tienen disartrias -caso de Agustina- o las personas con autismo, entre otras. Con esto se consigue que estas personas se puedan comunicar señalando las imágenes.
    En la actualidad se utilizan imágenes ya diseñadas como los pictogramas -iguales a los de la imagen de esta página- que facilitan la labor de realizarlos.

    Texto: Manuel Ferrero
    Ilustraciones: Laura Bécares
    Imágenes complementarias:
    https://arasaac.org/
    Autor de las actividades:
    Javier Martín Betanzos