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El reino de los mil escalones
Parte 5

El reino de los mil escalones
Texto:
Manuel Ferrero
Ilustraciones:
Laura Bécares
Actividades:
J. Martín Betanzos

A empujones, hicieron que el gigante renqueando llegara a una gran cueva. Todos los ciudadanos se le echaron encima. Y lo encadenaron con la cuerda que sobraba.
Alejandra fue la primera en pisarle la panza. Se levantó de la silla y, apoyada en una roca, levantó la mano en señal de victoria.

El encierro le ha vuelto humilde, pero los habitantes de Bordillo no se atreven a soltarlo, por lo que pueda pasar. La última conversación que tuvo con nuestra campeona fue la siguiente:
-¿Sabes lo que aprendí…? Que ser gigante no da derecho a abusar.
-Y yo, gigante, que tener otro ritmo o una parálisis cerebral no quita capacidad para crecerse a tamaño gigantesco.

Diez años más tarde Agustina convenció al rey de que soltara al gigante. Estaba convencida de que se había reformado y con su tamaño podría ser una gran ayuda para todos. El rey accedió, confiaba en ella. El gigante se hizo jardinero y se dedicó a eliminar todos los escalones del reino.


Se volvió noble y apacible.
La profecía se cumplió. Agustina fue laureada y reconocida; no pedía nada de eso. Ni halagos vacíos, ni condescendencia, ni lástima, ni paternalismo, solo quería que se hiciera popular la frase: "Déjame probar de una vez". Bien sabía que las personas no tienen límite si tienen voluntad férrea.

¡Uh! ¿Y el pueblo, las familias, el carpintero y el herrero? Al no tener matón en la comarca, prosperaron y se sintieron satisfechos.
El pueblo cambió de nombre y se llamó Ruedillo y el reino dejó de llamarse de los Mil Escalones y se intituló: Reino de los Mil Soñadores.
Y fueron felices… Y comieron con masticador,
perdices o lo que fuera, siempre y cuando supieran bien. Quiero decir, bien cocinadas.

FIN


Hemos llegado al fin de las actividades sobre el cuento. Esperamos que te haya gustado.
Para acabar unas recomendaciones de las personas que tienen parálisis cerebral y unas actividades sobre ellas:
En reunión de trabajo con algunos usuarios de ASPACE (AAsociación de Paralíticos Cerebrales) se aportaron las siguientes propuestas en relación a cómo quieren ser tratados:

  • Pregúntame antes de darme ayuda, puede que no la necesite o no la quiera.
  • Míranos como mirarías a una persona sin trastorno, no somos diferentes. No te quedes mirando como un idiota, porque eso es lo que pensaremos de ti.
  • En vez de una mirada descarada ofréceme una sonrisa, verás lo que la gente te devuelve.
  • Esfuérzate por entender a los demás, si una persona no habla bien, no quiere decir que no entienda o que no pueda comunicarse o expresarse. Su comunicación puede ser diferente, pero igual a la tuya.Ten paciencia y escucha porque tenemos mucho que decir.

    Es importante que cedas el asiento a personas con trastornos motrices, porque puede que necesiten descansar más que tú si tenéis que estar de pie durante un tiempo largo, por ejemplo en un autobús.
    Respeta los rebajes y no aparques en ellos, ni tampoco encima y al lado de pasos de peatones. Una silla de ruedas tiene la altura de un coche y la falta de visibilidad puede provocar un accidente.

    “Soy una persona como tú, olvida las etiquetas”

    El protagonista malvado de este cuento es un gigante al que se enfrenta Agustina, una chica con parálisis cerebral, que en una lucha desigual lo vence. Las personas con parálisis cerebral y otras personas con trastornos motores -motor, motora, motriz, motórico, motórica, significan "relacionado con el movimiento"- todos los días se enfrentan a gigantes, problemas que tienen que ver con la inaccesibilidad, es decir, los lugares por donde tienen que transitar están llenos de obstáculos o, algo todavía peor, la incomprensión. Debemos procurar, en lo que esté en nuestra mano, hacer el mundo más accesible y para comprenderlas mejor, ponernos en su lugar.
    Otra cosa que habrás aprendido es que debemos dejar que estas personas hagan las cosas por sí mismas, aunque tarden más tiempo, y ayudarles si nos lo piden; de otra forma fomentaríamos la dependencia y ellos quieren ser autónomos, que es todo lo contrario. Quieren sentirse útiles.


    Texto: Manuel Ferrero
    Ilustraciones: Laura Bécares
    Imágenes complementarias:
    https://arasaac.org/
    Autor de las actividades:
    Javier Martín Betanzos